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martes, 9 de junio de 2015

Rafa Nadal optimista

Rafael Nadal apareció ayer con el número 10 en la Lista de la ATP, su puesto más bajo desde abril de 2005. Con David Ferrer séptimo, Nadal es ya el segundo jugador español en el ranking mundial. Pero nada de eso impidió a Rafa emerger en Stuttgart con sonrisa de oreja a oreja y un talante de lo más optimista.
Nadal intenta llegar a Wimbledon desde el día 29 (defiende octavos de final) con máximo rodaje sobre hierba. Y en el primer año que la Mercedes Cup de Stuttgart se disputa sobre hierba en el Weissenhof Club (Nadal alzó allí, sobre tierra, los títulos de 2005 y 07), Rafa regresa a Stuttgart para estrenarse en hierba en 2015. Ayer, el nueve veces campeón de Roland Garros (y dos en Wimbledon, con balance de 53-15, 77,9% en victorias-derrotas sobre hierba) ya se entrenó en la Central de Weissenhof en compañía de Feliciano López (número 14 en la ATP), con quien hoy debuta en el cuadro de dobles ante un dúo por designar: tocaban Haas y Stepanek, pero se retiró Stepanek y hubo que buscar recambios.
“He vuelto a disfrutar del tenis en este último mes. La temporada de tierra ya ha pasado, no hay que hablar más sobre ella y ahora solo se trata de ganar tantos partidos y puntos como sea posible. Desde ahora apenas defiendo puntos: prácticamente cero desde Wimbledon. Mi objetivo es llegar a final de temporada entre los ocho primeros para jugar la Masters Cup”, analizó Rafa en entrevista con Pat Cash.
En el cuadro individual de la Mercedes Cup, Nadal (primer cabeza de serie) debutará mañana ante el ganador del cruce de hoy entre Baghdatis... y Lukas Rosol, viejo enemigo de Rafa. Tras Stuttgart, Nadal aún jugará en el Queen’s antes de que llegue Wimbledon.

Adiós a B. B. King

B. B. King, de 89 años, falleció el jueves 14 de mayo en su casa de Las Vegas. El músico, nacido el 16 de septiembre de 1925 en los alrededores de Itta Bena (Misisipí), donde fue inscrito como Riley Ben King, había sido tratado recientemente por su diabetes y su hipertensión. Inevitablemente, sus días finales se vieron enturbiados por conflictos por el control de su fortuna, que enfrentaron a los supervivientes de sus 15 hijos reconocidos y sus numerosos nietos.
Reconocía que no fue un padre ejemplar: estaba constantemente fuera de casa, dando entre 200 y 300 conciertos al año. ¿Su gran hazaña personal? Mantenerse en la cumbre, a lo largo de más de medio siglo. Entre 1949 y 2008, B. B. King fue visitante habitual de los estudios de grabación. Dentro de la música afroamericana, tan ansiosa de novedades, su longevidad profesional resultaba milagrosa. Hombre inteligente, supo rentabilizar su descubrimiento por parte del público blanco e internacional.
Aunque Riley B. King trabajó en los campos sureños, su música tenía vocación urbana y encarnaba la voluntad de ascensión social de los afroamericanos tras el boom de la Segunda Guerra Mundial. En los años cincuenta, definió su estilo con éxitos como Three o’clock blues,Rock me baby o Everyday I have the bluesYou upset me baby: una guitarra expresiva engarzada en una sección de metales que tocabariffs sencillos, sobre ritmos swingueantes, todo potenciado por una voz cálida y convincente, con ecos de la iglesia. Un arreglador californiano, Maxwell Davis, permitió que todo aquello sonara tan suntuoso como apasionado.
Su cancionero trataba esencialmente de los conflictos hombre-mujer y hablaba del sexo con elegancia (“me encanta la forma en que ella abre sus alas”, explicaba en Sweet little angel). A diferencia de tantos artistas negros que se beneficiaron de la eclosión del rock & roll, B. B. King se quedó en los guetos. Eso incluía lugares como el antro de Arkansas donde dos hombres, peleando por los favores de una tal Lucille, derribaron uno de los bidones donde ardía gasolina, un método habitual para calentar el espacio. Entre las llamas, King logró rescatar su guitarra; su instrumento de trabajo cambiaría pero siempre se denominaría Lucille, como recordatorio de los peligros de las giras... y de ciertas mujeres.

La canción que salvó a Eric Clapton

Hay canciones que nadie debería versionar. Canciones que son tan personales que no tiene sentido que las cante alguien que no sea su autor. Pasa con canciones de amor, pero más o menos todos hemos sentido el dolor de ser abandonado, traicionado, vendido o humillado. Son sentimientos y sensaciones que todos compartimos, parte de la cara oscura de la naturaleza de las relaciones. Esas canciones las podemos hacer propias sin robar el sentimiento original del autor. Pero . ¿Quién puede entender lo que sintió Eric Clapton cuando su hijo de cuatro años se cayó desde un piso cincuenta y tres? ¿Quién puede ponerse en su lugar? Quién puede compartir el dolor de perder a un hijo al que apenas has tratado porque eres un drogadicto ajeno a todo.
Cuando Connor murió -en marzo de 1991- Clapton llevaba un tiempo sobrio y luchaba por recuperar su vida, su confianza y la de su hijo pequeño. El día antes del terrible accidente, Clapton se llevó a su hijo al zoo. Era la primera vez que el músico sacaba solo al niño y Eric estaba nervioso y feliz. No mucho tiempo atrás la responsabilidad de atender a su hijo sobrepasaba al inglés, que confesó en sus memorias que durante sus años de adicto solo esperaba que el tiempo con Connor pasase lo antes posible para poder volver a beber o drogarse. La muerte del niño puso al guitarrista contra las cuerdas, pero también supuso el comienzo definitivo de su recuperación.
Al día siguiente del accidente, Clapton tuvo que ir a reconocer el cadáver de su hijo. “Fuera cual fuese el daño que hubiera sufrido en la caída, para cuando yo lo vi habían devuelto cierta normalidad a su cuerpo. Mientras miraba esa hermosa cara en reposo recuerdo que pensé: éste no es mi hijo, se parece un poco a él, pero él se ha ido”, escribe el músico en sus memorias. Después de aquello, el músico perdió la fe. “Lo que me salvó la vida fue el amor incondicional y la comprensión que recibí de amigos y de compañeros del programa de los Doce Pasos”, relató el músico. Para sobrellevar aquel desastre, el músico se centró en su recuperación. “Caí de rodillas y pedí auxilio para mantenerme sobrio”, confesó. Su súplica fue escuchada y de algún lugar perdido de su interior surgió la fuerza para alejarse de la bebida y las drogas. En ese momento supo que o se mataba bebiendo o vivía para honrar a su hijo. “Si puedo pasar por esto y seguir sobrio, entonces cualquiera puede”, explicó.
Poco a poco, el músico fue volviendo a la guitarra, una guitarra terapéutica y curativa que alivió los terrores de Eric. Volvió a componer y a escribir y una de aquellas primeras canciones que hizo junto a Will Jennings fue ‘Tears in heaven’, una canción que comienza con los estremecedores versos “¿Sabrás mi nombre si te veo en el cielo?, ¿será lo mismo si te veo en el cielo? Debo ser fuerte y seguir adelante porque sé que no pertenezco al cielo”. Una canción dura que no fue compuesta para ser escuchada. Era una canción personal que mantuvo ocupado al cantante y que intentaba verbalizar algunos de los sentimientos y culpas que acechaban a Clapton. “Es difícil hablar de estas canciones con detalle. Su gestación y desarrollo me mantuvieron vivo a través del período más oscuro de mi vida. Cuando intento volver a aquel tiempo rememoro la terrible parálisis en la que vivía”.
Durante un tiempo ‘Tears in heaven’ fue una canción de consumo personal, un tono melancólico que aliviaba al atormentado músico. No fue así mucho tiempo. Un día Clapton tocó la canción a su amiga Lili Fini Zanuck y ésta le pidió que se la cediese para la banda sonora de‘Rush’ (1991), la película que estaba rodando. Clapton aceptó por amistad y la canción a su hijo Connor se coló en aquella historia de policías antidrogas que acaban en la adicción. La canción salió como single en enero de 1992 y volvió a salir meses después dentro del MTV Unplugged de Clapton. El tema fue un éxito instantáneo que llegó a lo alto de la lista de ventas siendo la primera canción compuesta por el guitarrista en conseguirlo. En 1993, la canción coronó a Clapton con tres premios Grammy.
‘Tears in heaven’ fue la canción que salvó a Eric Clapton. Le salvó de sí mismo, de la bebida y las adicciones. Le dio fuerzas para seguir sobrio, para ser mejor persona y para conectar con sus otros hijos. La gente se enamoró de aquella canción por su historia y por su mensaje, por esa delicadeza con la que el guitarrista habla de ese encuentro en el cielo con su hijo pequeño. Durante un tiempo fue un clásico en su repertorio en el escenario, pero también la losa que recordaba a Eric todos sus errores como padre. Hace diez años, Clapton aparcó la canción. La dejó en reposo y pasó página en su vida. Su manera de afrontar aquel terrible accidente cambió con el tiempo. Lo superó. “Ya no siento la pérdida igual y eso es parte importante de la canción”, explicó en una entrevista. “Tengo que conectar con los sentimientos que tuve cuando escribí la canción. Siento como si se hubieran ido y la verdad es que no quiero que regresen”, confesó el músico. Diez años después, la canción volvió al repertorio del cantante inglés.

STAIRWAY TO HEAVEN

Stairway to Heaven" (Escalera al cielo) es una canción del grupo de rock británico Led Zeppelin, compuesta por el guitarrista Jimmy Page y el cantante Robert Plante incluida en el cuarto trabajo de estudio de la banda, Led Zeppelin IV. Está considerada por muchos como uno de los puntos culminantes de la historia del rock. Es una de las canciones más solicitadas en las emisoras de radio de los EE. UU. aunque no se ha publicado nunca en sencillo. El enorme éxito de la canción y la negativa de la banda a editar esta canción en sencillo ha podido contribuir a que Led Zeppelin IV sea uno de los álbumes más vendidos de la historia.1 No está enteramente claro si el título de la canción está inspirado en el título de una película.
 En las famosas revistas Guitar World y Rolling Stone, el solo de guitarra en La menor creado por Jimmy Page para esta canción fue elegido como el mejor de la historia, también la marca de instrumentos Gibson colocó este como el mejor en su lista de "Los Mejores 50 solos de la historia".
Es una canción relativamente poco versionada por otros intérpretes. Sin embargo, una de las versiones más destacadas es de Frank Zappa, realizada en los estilos de reggae/ska, incluida en su álbum The Best Band You Never Heard in Your Life, así como la versión interpretada por la banda Great White en su álbum tributo a Led Zeppelin llamado Great Zeppelin.El periódico neoyorquino New York Post publicó en julio de 2007 una lista con las 100 mejores versiones de la historia, en la que destacaba la versión que Dolly Parton realizó de "Stairway to Heaven" en el primer puesto.

AC/DC, larga vida al rock and roll

Madrid se convirtió en «la ciudad del pecado» durante unos días al acoger dos de los tres conciertos que AC/DC ofreció en España, después del celebrado en el estadio olímpico de Barcelona el pasado viernes.  El día 2, las puertas del Calderón se abrieron temprano, liberando un tanto al público de la asfixia de una cola al sol a más de 30 grados de temperatura. Con un derroche de amplificación, luces y efectos con las pantallas a la altura de los mejores shows en el campo visual y sónico, los miles de personas que abarrotaban el estadio -cuernos brillando en la oscuridad- aportaban el resto de magia precisa para la noche AC/DC. Rock or Bust, que da título a su último álbum, abría la cita, seguido de un buen puñado de grandes éxitos como Shoot To ThrillHell Ain?t A Bad Place To BeBack in Black, que a estas alturas mutaban ya al público en demonios desatados, que coreaban y saltaban al ritmo de la mítica banda australiana. Siguieron repasando su último trabajo con Play Ball y Baptism By Fire, y de ahí a sus grandes himnos, con sus sempiternos y apocalípticos finales que no defraudan: Highway To Hell y For Those About to Rock, con despliegue de cañones y fuegos artificiales incluido, hasta completar dos horas de auténtico rock and roll, y un despilfarro de watios de potencia y magia visual al alcance de pocos. Pese a los rumores que hablan del inminente final de AC/DC, la evidencia de la más diversa movilización de generaciones de fans y su eficacia sobre el escenario hacen augurar larga vida al grupo, pese el cambio de baterista o la enfermedad de Malcolm Young. Ojalá.

SUPERVIVENCIA POÉTICA : mariposas y abejas beben lágrimas de las tortugas en el Amazonas

Un peculiar fenómeno se ha documentado en la selva del Amazonas. Se trata de una fuente de nutrientes a la que abejas y en particular mariposas recurren: las lágrimas de las tortugas. De acuerdo con Phil Torres, miembro del Centro de Investigación Tambopata, con sede en Perú, las lágrimas de las tortugas contienen altos niveles de sodio, un mineral vital y que no abunda en la región amazónica.
Las tortugas obtienen grandes cantidades de sodio gracias a su dieta fundamentalmente carnívora, mientras que para los herbívoros la obtención de esta esencial sustancia resulta mucho más difícil. Además, no se descarta que las lágrimas contengan otros preciados nutrientes, que enriquezcan la dieta de los insectos. Y si bien aún no se determina si las tortugas obtienen algún beneficio de dicha  interacción –más allá de bloquear su vista y hacerlas presa fácil de los fotógrafos–, lo cierto es que bien podría tratarse de una de las más estéticas manifestaciones de simbiosis.